Los perros son animales sociales que necesitan sentirse queridos y seguros. Sin embargo, a veces pueden desarrollar problemas de conducta que afectan a su bienestar y al de sus dueños. Algunos de los problemas más comunes son el ladrido excesivo, la ansiedad por separación o la agresividad.
Estos problemas pueden tener diferentes causas, como el estrés, el aburrimiento, el miedo, la falta de socialización o la confusión. Para solucionarlos, es importante entender las necesidades y emociones de nuestro perro, y ofrecerle una educación basada en el respeto y el refuerzo positivo.
El adiestramiento en positivo es una forma de educar a nuestro perro que se basa en recompensar las conductas deseadas y evitar las correcciones o los castigos. De esta forma, se consigue que el perro aprenda de forma voluntaria y motivada, sin generarle miedo, dolor o estrés.
El adiestramiento en positivo se apoya en el uso de premios, como golosinas, juguetes o caricias, que se entregan al perro cuando hace algo bien. También se utiliza el lenguaje verbal y corporal para comunicarnos con él y darle indicaciones claras y coherentes.
El adiestramiento en positivo tiene muchos beneficios para nuestro perro y para nosotros. Algunos de ellos son:
Mejora la confianza y la autoestima del perro.
Refuerza el vínculo entre el perro y su dueño.
Favorece la inteligencia y la creatividad del perro.
Previene y reduce los problemas de conducta.
Hace que el aprendizaje sea divertido y gratificante.
Para aplicar el adiestramiento en positivo, es importante seguir una serie de pautas que nos ayudarán a conseguir los mejores resultados. Algunas de ellas son:
Ser pacientes y constantes. El aprendizaje requiere tiempo y repetición, por lo que no debemos desesperarnos ni rendirnos si nuestro perro no hace lo que queremos a la primera.
Ser positivos y entusiastas. Debemos transmitirle a nuestro perro que estamos contentos con él y que nos divertimos juntos. Así, conseguiremos que él también se sienta feliz y motivado.
Ser claros y coherentes. Debemos usar siempre las mismas palabras y gestos para darle las órdenes a nuestro perro, y recompensarle siempre que las cumpla. Así, evitaremos que se confunda o se frustre.
Ser justos y respetuosos. Debemos adaptarnos al ritmo y al carácter de nuestro perro, y no exigirle más de lo que puede dar. También debemos respetar sus necesidades básicas, como el descanso, el juego o la alimentación.
Ser preventivos y proactivos. Debemos anticiparnos a las situaciones que puedan provocar problemas de conducta en nuestro perro, y ofrecerle alternativas positivas. Por ejemplo, si sabemos que nuestro perro ladra cuando se queda solo en casa, podemos dejarle juguetes interactivos o música relajante para que se entretenga.
A continuación, veremos algunos ejemplos de cómo podemos solucionar algunos problemas de conducta concretos con el adiestramiento en positivo.
El ladrido es una forma natural de comunicación de los perros, pero puede convertirse en un problema cuando es excesivo o inadecuado. Algunas posibles causas del ladrido excesivo son:
La excitación o la alegría.
El aburrimiento o la falta de estimulación.
El miedo o la ansiedad.
La defensa del territorio o de los recursos.
La atención o la demanda.
Para solucionar el ladrido excesivo, debemos identificar la causa que lo provoca y actuar en consecuencia. Algunas posibles soluciones son:
Enseñarle a nuestro perro a ladrar y a callar por orden. Para ello, podemos usar una palabra o un gesto que le indique que debe ladrar, y premiarle cuando lo haga. Luego, podemos usar otra palabra o gesto que le indique que debe callar, y premiarle cuando lo haga. Así, podremos controlar el ladrido de nuestro perro y enseñarle a ladrar solo cuando sea necesario.
Ofrecerle a nuestro perro suficiente ejercicio físico y mental. Para ello, podemos sacarlo a pasear al menos dos veces al día, y jugar con él a juegos que estimulen su olfato, su inteligencia o su agilidad. Así, conseguiremos que nuestro perro gaste su energía y se relaje.
Proporcionarle a nuestro perro un ambiente seguro y tranquilo. Para ello, podemos evitar exponerlo a situaciones que le generen miedo o estrés, como ruidos fuertes, personas desconocidas o animales hostiles. También podemos crearle un espacio propio donde se sienta cómodo y protegido, como una cama o una caseta.
Ignorar el ladrido de nuestro perro cuando sea por atención o por demanda. Para ello, debemos evitar mirarlo, hablarle o tocarlo cuando ladre sin motivo. En cambio, debemos prestarle atención y recompensarlo cuando esté tranquilo y callado. Así, le enseñaremos que el ladrido no es la forma adecuada de conseguir lo que quiere.
La ansiedad por separación es un problema que afecta a muchos perros que se sienten angustiados cuando se quedan solos en casa. Algunos síntomas de la ansiedad por separación son:
Llanto, gemido o ladrido constante.
Destrozo de objetos o muebles.
Escapismo o intento de salir de casa.
Conductas compulsivas o repetitivas.
Pérdida de apetito o de control de esfínteres.
Para solucionar la ansiedad por separación, debemos ayudar a nuestro perro a sentirse seguro y confiado cuando se queda solo en casa. Algunas posibles soluciones son:
Acostumbrar a nuestro perro a estar solo desde cachorro. Para ello, podemos dejarlo solo en una habitación durante unos minutos al día, e ir aumentando el tiempo progresivamente. También podemos darle un premio antes de salir y al volver, para que asocie nuestra ausencia con algo positivo.
Evitar los rituales de despedida y de bienvenida. Para ello, debemos salir y entrar de casa sin hacer ruido ni llamar la atención de nuestro perro. Así, evitaremos que se altere o se ponga nervioso cada vez que nos vayamos o volvamos.
Dejarle juguetes interactivos o comestibles a nuestro perro cuando se quede solo en casa. Para ello, podemos usar juguetes rellenables con comida, como el Kong, o juguetes inteligentes, como el Nina Ottosson. Así, conseguiremos que nuestro perro se entretenga y se distraiga mientras estamos fuera.
Recurrir a la ayuda profesional si el problema es grave. Para ello, podemos consultar con un veterinario o un etólogo canino que nos oriente sobre el tratamiento más adecuado para nuestro perro. En algunos casos, puede ser necesario el uso de medicación o terapias específicas.
La agresividad es un problema serio que puede poner en riesgo la seguridad de nuestro perro y la de los demás. Algunas posibles causas de la agresividad son:
El dolor o la enfermedad.
El miedo o la inseguridad.
La defensa del territorio o de los recursos.
La dominancia o el liderazgo.
La falta de socialización o educación.
Para solucionar la agresividad, debemos identificar la causa que la provoca y actuar en consecuencia. Algunas posibles soluciones son:
Llevar a nuestro perro al veterinario para descartar cualquier problema físico o mental que pueda causarle dolor o malestar. En algunos casos, puede ser necesario el uso de medicación o terapias específicas.
Enseñarle a nuestro perro a obedecer las órdenes básicas de obediencia, como el “sienta”, el “quieto” o el “ven”. Para ello, podemos usar el adiestramiento en positivo y recompensarle cada vez que haga lo que le pedimos. Así, conseguiremos que nuestro perro nos respete y nos escuche.
Socializar a nuestro perro desde cachorro con otros perros, personas y animales. Para ello, podemos llevarlo a lugares donde pueda interactuar con ellos de forma segura y supervisada. Así, conseguiremos que nuestro perro se acostumbre a diferentes estímulos y no los vea como una amenaza.
Evitar las situaciones que puedan desencadenar la agresividad de nuestro perro, o manejarlas con precaución. Para ello, podemos usar un bozal o una correa adecuada para nuestro perro, y mantener una distancia prudencial con los posibles desencadenantes. También podemos desviar la atención de nuestro perro con un premio o un juguete cuando vea algo que le moleste.
Recurrir a la ayuda profesional si el problema es grave. Para ello, podemos consultar con un veterinario o un etólogo canino que nos oriente sobre el tratamiento más adecuado para nuestro perro. En algunos casos, puede ser necesario el uso de medicación o terapias específicas.
El adiestramiento en positivo es una forma de educar a nuestro perro que se basa en el respeto y el refuerzo positivo. Con él, podemos solucionar problemas de conducta como el ladrido excesivo, la ansiedad por separación o la agresividad, y mejorar la relación con nuestro perro.
El adiestramiento en positivo requiere paciencia, constancia y positividad, pero también nos ofrece muchos beneficios. Si queremos que nuestro perro sea feliz y equilibrado, debemos ofrecerle una educación basada en el amor y la comprensión.
Espero que este artículo te haya gustado y te haya servido de ayuda.